En el antiguo Egipto aunque la mayoría de la gente tenía que vestirse de blanco porque resultaba difícil teñir el sutil lino que se producía, se ingeniaron la forma de embellecer y diferenciar las prendas de cada quien, haciendo pliegues en la tela que resultaban en drapeados y formas diversas que hasta el hoy en día se usan.
Los romanos de clase alta le dieron más relevancia al asunto del vestir; ellos se gastaban cantidades importando sedas y algodones de India o de China y lana teñida de Tiro que les costaban como el oro, y con estos textiles las mujeres romanas adineradas se daban el lujo de vestir largas y amplias túnicas de colores vistosos. Pero claro, en esa época la moda se limitaba a la nobleza y era ese pequeño grupo el que disfrutaba de la evolución del estilo, que ocurría con bastante lentitud.